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  • Tesoro de libros: la biblioteca de Bioy Casares será pública

    Los 17.000 ejemplares se suman al acervo de la Biblioteca Nacional LA NACION, 18 de febrero de 2017 - Adolfo Bioy Casares señaló alguna vez que entre los mejores recuerdos de su vida estaban aquellas noches en las que, junto a Borges, anotaron las obras de sir Thomas Browne, admiraron la agudeza de Gracián o eligieron con Silvina Ocampo los textos que integrarían la célebre Antología de la literatura fantástica. Los libros que contenían las huellas de esas intensas jornadas de trabajo intelectual estuvieron más de 15 años en 330 cajas, que terminaron en el subsuelo de un depósito de la calle Sarmiento, presas de una compleja trama sucesoria que ayer empezó a resolverse. La Biblioteca Nacional, en la figura de su director, Alberto Manguel, y los investigadores Laura Rosato y Germán Álvarez, consiguió convencer a un grupo de particulares, empresas y fundaciones de que compraran, por 400.000 dólares, una de las bibliotecas privadas más importantes del país. Ya firmada la carta de intención y una vez concretada la operación, los 17.000 volúmenes del acervo serán donados a la institución para que ese material, de valor incalculable, no termine desperdigado por el mundo. Una tasación inicial de la biblioteca personal de Bioy Casares la había hecho el librero de anticuario Alberto Casares antes de 2006. Pero nunca pudo terminar un inventario minucioso. Por eso, Rosato y Alvarez contaron con la colaboración del traductor y crítico Ernesto Montequin, albacea de los papeles de Silvina Ocampo y una de las personas que más conoce esta biblioteca -fue su administrador por decisión judicial durante una parte de la sucesión-. Montequin los condujo por ese laberinto de 17.000 libros que tapizaban cada una de las paredes del departamento de novecientos metros de la calle Posadas, donde vivieron Bioy Casares y Silvina durante toda su vida. "La singularidad absoluta de esta biblioteca -explicó Montequin en la conferencia donde se dio la gran noticia- es que se trata de la biblioteca de dos enormes escritores argentinos pero también la de un tercero, que es Borges, ya que guardaba muy pocos libros en su casa." Fue la biblioteca de tres personas que tenían a la literatura como pasión dominante y que funciona, de algún modo, como un laboratorio: es una biblioteca de trabajo. Ni de bibliófilos ni de coleccionistas. Los ejemplares que la integran fueron leídos, usados, escritos, comentados. A partir de ella se puede aprender no sólo "qué" leyeron sino "cómo" leyeron estos autores. Allí radica el valor de estos libros. "Es una biblioteca viva", dijeron ayer. Todos los implicados sabían que era fundamental que estos libros no se perdieran. La biblioteca es un microcosmos, y una vez que empieza a dispersarse no se puede reunir nunca más. En este caso, y para los investigadores en particular, el todo vale más que la suma de las partes. Esto entendieron Rosato y Álvarez, lo había entendido Horacio González, en la anterior gestión de la Biblioteca Nacional, pero nunca pudo conseguir los fondos, y esa deuda pendiente se propuso saldar Manguel: conseguir los 400 mil dólares que pretendían los herederos de Bioy Casares. La complejidad de la trama en la herencia de Bioy, que incluye a Fabián Bioy Demaría -un hijo que el escritor tuvo en una relación extramatrimonial, reconocido tardíamente, pero que murió en 2006, antes de que finalizara el juicio sucesorio, y cuya herencia vuelve a la madre de Fabián, Sara Josefina Demaría, y a los tres nietos de Bioy que le dio su hija Marta- es el trasfondo y la razón por la que esa biblioteca permaneció en un depósito durante más de quince años. En ella hay desde libros de cuentos infantiles, marcados por el trazo de una niña Silvina Ocampo, o la obra completa de sir Thomas Browne, no disponible para consulta pública en la Argentina, hasta las pruebas de imprenta de "El jardín de senderos que se bifurcan", con el prólogo agregado en correcciones manuscritas de Borges. El autor deFicciones tenía la costumbre de seguir corrigiendo sus cuentos una vez publicados en revistas como Sur. Así sucede con el cuento "El zahir", cuya corrección se encuentra en una de estas cajas sobre el soporte de un ejemplar de Los Anales de Buenos Aires. "Eso es de una riqueza crítico genética invaluable", comenta Alvarez. "Es un Borges todavía reescribiéndose." No es lo único. Entre otras curiosidades, los investigadores podrán encontrarse, por ejemplo, con una primera edición del Finnegans Wake, de James Joyce. En la hoja de guarda, Borges y Bioy se dedican a inventar frases que empiecen con la fórmula "en menos que", como un juego que solían hacer. En tanto, Montequin recuerda toda una sección de libros de la colección del Séptimo círculo, dedicada a novelas policiales. Tanto Borges como Bioy, obsesivos como eran, hacían correcciones de estilo entre una edición y otra. El resultado es una pequeña pero magistral lección de traducción. Además, el acervo permite reconstruir toda una red de escritores. A partir de las dedicatorias de los libros se ilumina la relación que mantuvieron. Montequin apunta que una de las más lindas de Borges se encuentra en un ejemplar de Discusión, regalado a Silvina, donde escribió: "A Silvina, claridad, dedico estas sombras". Lo que viene Las joyas que puedan surgir de la conjunción entre estos enormes escritores aparecerán después del trabajo de investigación que empezarán a desarrollar Rosato y Alvarez una vez concretada la compra-venta-donación por parte de empresas como Banco Galicia o Fundación Bunge y Born, entre otros. Será a fines de marzo. Esta donación es el primer paso que impulsa la gestión de Manguel en la Biblioteca Nacional para rastrear, preservar y poner a disposición de investigadores y del público en general (a través de exposiciones) los tesoros patrimoniales de la cultura del país y evitar la fuga a universidades o institutos extranjeros. Los testigos que alguna vez transitaron el departamento de Posadas dicen que en una de las pocas paredes del escritorio de Bioy Casares había una carta manuscrita de Sarmiento enmarcada. En abril de 1989, en una de las entradas de su diario, Bioy se entristecía por las goteras en aquel departamento. El metálico ruido del agua en los cacharros lo angustiaba como cuando era chico. Cabe imaginar la pena de Bioy si hubiera sabido que la mayoría de aquellos libros que engalanaban su biblioteca estarían durante más de quince años en un depósito de la calle Sarmiento. En esa coincidencia quizás se esconda una broma borgeana que recién ahora empieza a dar gracia. #bioy #bibliotecanacional

  • Los libros de Bioy y Silvina Ocampo llegan a la Biblioteca Nacional

    Son 17 mil volúmenes que hoy están en un depósito. La compra la hará un grupo de donantes, que pagarán USD 400 mil por el tesoro. También hay libros de Borges. El anuncio lo hizo el director, Alberto Manguel. INFOBAE, 17 de febrero de 2017 - Hace unas horas, en un despacho de la Biblioteca Nacional se firmó una carta de intenciones. Esta frase, que suena árida y tan alejada del arte y la cultura, sin embargo encierra una de las mejores noticias posibles para el mundo del libro. Si el trámite entre vendedores y compradores sigue su curso, en muy poco tiempo la Biblioteca recibirá de manos de un grupo de personas, fundaciones y empresas en concepto de donación la biblioteca personal de dos enormes escritores, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo. Dos que en la realidad de los libros fueron tres: en esa biblioteca que pobló por décadas las paredes del departamento de la calle Posadas también había ejemplares de Jorge Luis Borges, quien solía dejar sus libros una vez leídos en la casa de los amigos y para quien esos estantes eran como propios. Son 17 mil ejemplares que al día de hoy están guardados en más de 300 cajas en un depósito. Un tesoro tan enorme que emociona. "Es la biblioteca privada más importante de la Argentina que aún queda fuera de colecciones públicas", explicó entusiasmado Alberto Manguel, director de la Biblioteca, quien contó además que Bioy Casares dijo antes de morir que su deseo era que su biblioteca -en la que además es posible encontrar libros que fueron de sus padres y también otros que pertenecieron a las hermanas de Silvina Ocampo- pasara a manos de la Biblioteca Nacional. La cifra total que deberán desembolsar los donantes -entre quienes están el Banco de Galicia y la Fundación Bunge & Born- es de 400 mil dólares: no parece tan alta si se tiene en consideración la calidad de los materiales. "Se trata del primer paso de reintegro de un tesoro nacional a la Nación. Tenemos que detener la fuga de estos tesoros al exterior, es una obligación moral y ya no sólo por nosotros sino por los lectores por venir", resaltó Manguel, quien explicó ante un grupo de periodistas que como el organismo no cuenta con los fondos para adquirir este tipo de materiales, es necesario "contar con la generosidad de aquellos que quieran invertir". Laura Rosatto y Germán Álvarez serán los encargados de liderar el equipo especial que trabajará en la tarea de clasificación y catalogación en lo que será una gran experiencia para mostrar y formar a bibliotecarios jóvenes, dijo el director. "Llegué hace nueve meses y a esta altura puedo decir que en este lugar trabajan algunas de las personas más capacitadas del mundo", dijo Manguel, quien estuvo acompañado por la subdirectora Elsa Barber. Las más de treinta cajas que, si todo sigue su camino normal, estarán pronto en el edificio de la calle Agüero fueron analizadas por el anticuario Alberto Casares, quien clasificó los materiales en 28 lotes. Es en el lote 26 donde se encuentran las piedras preciosas de todo librero anticuario y son esos objetos los que las autoridades aspiran a mostrar lo antes posible, tal vez este mismo año. Ya hay bibliotecas extranjeras, entre ellas la Biblioteca Pública de Nueva York, interesadas en montar muestras conjuntas con este tesoro. #bioy #bibliotecanacional

  • De excursión con Beatriz Aguirre-Urreta

    Retrato del Cretácico en unas cuantas caracolas. La paleontóloga argentina, ganadora del premio a la ciencia Bunge y Born, comparte secretos de los amonites. CLARIN / REVISTA Ñ - 2 de enero de 2017 - Los amonites son unos moluscos con aspecto de caracol, parientes de los calamares y los pulpos, que se extinguieron a fines del Cretácico, en el mismo momento y debido al mismo evento que borró de la faz de la tierra a los dinosaurios, hace 65 millones de años. Al estudio de estos seres marinos dedicó toda su vida la paleontóloga Beatriz Aguirre-Urreta, el primer latinoamericano y la primera mujer en alcanzar el título de Miembro Honorario Vitalicio de la Sociedad Geológica de Londres y galardonada en 2016 con el premio Bunge y Born a las Ciencias, uno de los más prestigiosos de la región desde su aparición, en 1964, obtenidos por Luis Federico Leloir, Alfredo Lanari y Alfredo Pavlovsky. En otras palabras, es una de las contadísimas referentes latinoamericanas de su materia. Colabora para ello el hecho de que los restos de amonites que se encuentran en la cuenca Neuquina-Aconcagüina, al pie de los Andes –junto a otros organismos que habitaron el Cretácico–, son únicos en nuestro país por su variedad y cantidad y representan uno de los registros más completos del hemisferio sur. De mirada serena y hablar pausado, ella supo confiar en los frutos del trabajo. Ha puesto tanto empeño en la investigación y producción de conocimiento como en su transmisión, a través de la docencia y la formación de nuevos investigadores. De hecho, fue una de las responsables de la creación de la Licenciatura en Paleontología de la UBA, una disciplina que no sólo elabora conjeturas sobre la prehistoria sino que tiene algunas importantes aplicaciones prácticas. De hecho, ella ha sido durante años consultora de petroleras en diversos yacimientos: los amonites son indicios temporales del sustrato y la piedra. Quien haya viajado por Bolivia habrá visto la notable cantidad de manteros que venden amonites cortados en mitades. Cuestan 10 dólares y muchos son falsos pero les permiten recitar la historia –y recitarse el ensueño– de un altiplano cubierto por el mar. Bello, agraciado al tacto y de todos los tamaños, los amonites habitaban donde hoy se alza la cordillera de los Andes, ya que allí mismo, hace unos 40 millones de años, llegaba el Pacífico. Su genealogía científica es ilustre. Los primeros registros de amonites en la Argentina los hizo Charles Darwin en 1835, en el mismo viaje de cinco años en el que recorrió el mundo a bordo de la goleta Beagle, al mando del almirante y explorador FitzRoy. La Beagle circunvalaba el globo con una misión de estudios oceanográficos, cartográficos y de investigación biológica. Había zarpado de Inglaterra, pasado ya por Canarias, costeado América del Sur por el Atlántico, atravesado el Beagle, que así fue bautizado precisamente por esta expedición, y llegado a Valparaíso, Chile. Inmediatamente, un equipo se aventuró por la cordillera hacia Mendoza, pasando justo por donde, dieciocho años antes, había cruzado San Martín al frente de su ejército. Para la paleontóloga, que pasó cada verano de sus más de 30 años de carrera investigando estos caparazones petrificados con el diario personal de Darwin como brújula, ese es “el lugar más bello de nuestro país”. –¿Cómo era un amonite vivo? –Muy parecido a este –responde Aguirre-Urreta mientras toma en sus manos la concha que perteneció a un nautilus, un primo lejano que convivió con los amonites pero que sobrevivió hasta hoy. Ambos eran cefalópodos, es decir, seres con los pies en la cabeza. Porque los tentáculos no son otra cosa que pies modificados. –¿Por qué el nautilus sí sobrevivió a la gran extinción? –No lo sabemos. Ellos viven en el Indopacífico, pero quedan pocos porque los pescan para utilizarlos como adorno, pobrecitos. Si uno pudiese viajar en el tiempo y bucear en el Cretácico, vería miles de estos bichitos, además de los plesiosaurios, unos reptiles parecidos a los tiburones. –Pero usted “bucea” hoy en la cordillera, a 4500 metros sobre el nivel del mar… –Claro, nosotros trabajamos en la cordillera, que es mucho más joven que estos organismos: los Andes tienen unos 40 millones de años, no 130 millones de años, como los amonites. El océano bañaba lo que hoy es Mendoza, Neuquén, el oeste de la Pampa, Río Negro y parte de San Juan. Cuando se levantan esas montañas, el mar se retira y los organismos que estaban petrificados en el fondo del mar quedan expuestos. En la Antártida existen algunos muy bien conservados. –Los amonites hablan tanto de ellos mismos como de las cordilleras… –En realidad, nos dicen que allí no había montaña sino un mar. Pero eso que me preguntás es lo mismo que se preguntó Darwin en 1835: ¿cuánto tiempo tiene que haber pasado para que esos organismos marinos que él encontró en Mendoza llegaran a la superficie y después se elevaran a 4 mil metros sobre el nivel del mar? –¿Y cuál fue su respuesta? –En el siglo XIX se discutía cuánto tiempo tenía la Tierra. Para cualquier persona, hablar de 4500 millones de años resulta espantoso. En aquella época, la gente influenciada por la religión decía que Dios había creado la Tierra. Algunos incluso hablaban de fechas precisas, otros hablaban de 10 mil años. Pero a Darwin esto no le cerraba: la magnitud del tiempo fue una de las cosas que Darwin advirtió caminando por nuestras cordilleras. –¿Cuánto tiempo estuvo en la Argentina? –Estuvo casi tres años, primero fue a Bahía Blanca, pasó por la Patagonia, dio toda la vuelta, cruzó la cordillera y volvió. Su Diario del Beagle cuenta lo que hizo y vio día por día con minuciosidad. Si caminás por allí con su diario en la mano, sabés exactamente por dónde pasó, porque el paisaje está igual. Se suele identificar a este gran biólogo del siglo XIX con lo que dio en llamarse “darwinismo social”, que traducido políticamente sería un pensamiento conservador que justifica la supervivencia del más apto. “Sí –replica la paleontóloga–: también para los creacionistas estadounidenses Darwin es un hereje y el mundo sigue teniendo 6 mil años; pero lo cierto es que Darwin cambió la forma de pensar de la civilización occidental”. –¿Todavía hay conflictos cuando se afirma que el mundo tiene 3500 millones de años o que el hombre tiene más de 200 mil años? –En la Argentina, poco. Pero en el “mundo civilizado” del Norte, aunque parezca mentira, todavía hay naciones en las que no se enseña la Teoría de la Evolución de las Especies. Lo cual habla del gran número de creacionistas. También están los que creen en el “diseño inteligente”: que todo lo que pasa en el mundo responde a una inteligencia superior, no al azar, que es lo que en realidad gobierna las mutaciones. No soy una persona religiosa, pero tengo entendido que el catolicismo es bastante más amplio sobre estas cuestiones. –¿Qué se le puede preguntar a la historia de hace 65 o 140 millones de años? –Nosotros, los hombres, somos lo que somos por una serie de casualidades enormes. Tenemos unos 200 mil años, que para un geólogo es nada. Por eso cuando me preguntan si es posible que haya vida en otro planeta, respondo que puede ser, pero que probablemente no será nada parecido a lo que conocemos –cabezas, patas, dedos– porque la serie de accidentes producidos al azar a lo largo de tres mil millones de años de evolución son únicos y no se pueden replicar. Además, en ese tiempo se produjeron varios episodios donde el reloj quedó casi en cero y hubo que comenzar de nuevo. Hace 250 millones de años hubo un evento en el que se extinguieron el 92 % de las especies del mundo. Si no hubiese sido por ese 8 % que sobrevivió, poníamos el reloj a cero y había que empezar de nuevo por las bacterias, los organismos microscópicos, etcétera, y no estaríamos acá. Pero hay algo mucho más tangible, material, que tiene para decirnos el saber paleontológico sobre nuestro presente. Si bien la investigadora Aguirre-Urreta se declara profundamente ofuscada con el mundo occidental –“En Siria, en Yemen, en Egipto, en Camboya, la gente y los niños son bombardeados por tres barriles de petróleo”, dice con pesar– sus investigaciones la convirtieron en piedra de toque de la industria petrolera. Y sus amonites terminaron por inmiscuirse, a su pesar, en muchos de los órdenes más sensibles de la vida. Recientemente, con la política y la economía, dado que esos fósiles nos dicen mucho sobre dónde podrían encontrarse reservas de petróleo productivas. “Yo colaboro desde el punto de vista del conocimiento a cosas que pueden ser útiles –aclara–: ahora, si hay gente que para obtener petróleo es capaz de tirar una bomba, ya no tengo nada que ver”. Lo cierto es que la fundación Bunge y Born premió a la paleontóloga, además de por sus méritos en la investigación y en la docencia, porque “sus trabajos tienen aplicación directa sobre la exploración de nuevos yacimientos de petróleo en las Cuencas Austral y Neuquina”. Sus investigaciones más importantes fueron hechas en la región petrolera de lo que hoy se conoce como Vaca Muerta. Sus hallazgos hablan tanto de los amonites como de la edad de las piedras y de los estratos de la Tierra: son fundamentales para determinar la posible existencia de petróleo. –¿Cuáles fueron los desarrollos tecnológicos que más aportaron a la paleontología? –Ninguno. –¿Y cómo determina la edad que tienen las piedras donde se encuentran los amonites? –Por mis treinta años de experiencia: a ojo. –¿No hay ningún recurso tecnológico que haya modificado su práctica ni que ayude en la datación? –No. Excepto en materia de digitalización de la imagen. A pesar de su conciencia respecto de la conflictividad que origina la lucha por el petróleo, la investigadora defiende la aplicación social del conocimiento científico: “Si querés tener un auto, una máquina de fotos o un celular, hay cosas que no podemos soslayar, como la industria del petróleo o la minería. Salvo que queramos volver a los Neandertal. No podés tener el doble discurso de tomar mate con un termo de aluminio y estar en contra de la minería”, replica esta admiradora del pacifismo de Nelson Mandela, cuyo retrato ocupa en su oficina el lugar que suele estar reservado a la foto de los hijos. –Lo que se objeta son ciertas maneras de ejercer la minería... –Bueno, el problema es cómo se hace, no el fin. –¿Por qué se volvió tan crucial Vaca Muerta, si desde principios del siglo XX se sabía que era una formación de reserva de petróleo? –Porque hasta hace poco, el único petróleo que valía la pena extraer era el que migraba y se acumulaba en trampas. Lo que llamamos hidrocarburos convencionales. Ahora bien: en los microporos de esta roca también hay petróleo en pequeñas gotitas. Extraerlo es más complicado, porque hay que someter la roca a un proceso técnico, la fracturación hidráulica o fracking, que es como exprimirla o romperla en pedacitos, e inyectarle agua mezclada con químicos para extraer el petróleo. Es un proceso mucho más caro. Cuando aumentó el valor del petróleo, empezó a valer la pena. –¿Allí comenzó a tallar Vaca Muerta como una reserva? –Claro, porque tenés una extensión de cientos de miles de kilómetros cuadrados de superficie, con una materia prima muy espesa que, encima, no está a mucha profundidad: se encuentra a entre 1300 y 2000 metros. Además de tratarse de cuencas muy grandes y muy espesas, cuenta con una gran factibilidad para su extracción ya que en Neuquén hay poca población residente y tenés ríos como el Limay y el Neuquén, que van al océano. Por eso es muy factible que se vaya a explotar si aumenta el precio del petróleo. –Según entiendo, los amonites son importantes para determinar qué edad tienen las piedras. ¿La consultan las empresas petroleras para eso? –Ahora ya no, porque la parte exploratoria en Vaca Muerta está terminada. Pero asistí técnicamente a Chevron, Shell, Total. Y lo hice legalmente, lo puedo cobrar como parte de mi trabajo. –Usted también trabaja en el Conicet. –Sí. Siempre supe que era una carrera vocacional. Nos pagan por hacer lo que queremos. Esto, siempre que puedas vivir dignamente. Hubo un momento en que cobraba el equivalente a 48 dólares, y el entonces ministro Domingo Cavallo, que cobraba diez mil dólares, nos mandaba a lavar los platos. –¿Cómo ve el rumbo de la política en ciencia de la Argentina? –No soy peronista, pero debo reconocer que el único momento de mi carrera en que sentí que existíamos fue con el gobierno anterior. Parte del gabinete eran investigadores del Conicet, como Daniel Filmus; entendía de qué se trataba. –Aunque Lino Barañao, el ministro de Ciencia y Técnica, es el único que continuó en su cargo desde el gobierno anterior... –Sí, pero dentro de un contexto muy distinto. Ahora tenemos una Ley de Mecenazgo, a partir de la cual muchas grandes compañías van a dejar de aportar tributariamente para pasar a esponsorear algunas actividades. Pero hay cosas que tiene que hacer el Estado. Tenemos una ley nacional de Protección del Patrimonio, hay que ponerla en práctica. Si este amonite se pierde, se rompe o se lo roban, no hay cómo recuperarlo: es único. Por eso hay que poner recursos para preservarlo. Aun cuando la utilidad inmediata no sea evidente. Durante 30 años me preguntaron para qué servía lo que investigaba. Ahora, con el petróleo, se dieron cuenta de que servía de mucho. #premio #paleontologia

  • Acuerdo con el Ministerio de Desarrollo Social por la primera infancia rural

    En 2016, el Estado Nacional aprobó el Plan Nacional de Primera Infancia como una “herramienta para garantizar el desarrollo integral de niños y niñas de 45 días a 4 años inclusive, en situación de vulnerabilidad social, en pos de favorecer la promoción y protección de sus derechos” (Decreto N° 574/2016). El fortalecimiento y apertura de Espacios de Primera Infancia es uno de los componentes principales de esta política. No obstante, la Argentina es un país con zonas rurales extensas y heterogéneas donde muchos niños viven en situación de aislamiento lo que genera inequidad en el acceso a oportunidades para su desarrollo integral. Según el último censo nacional de 2010, en Argentina alrededor de 658 mil niños de entre 0 y 8 años viven en áreas rurales, lo que representa el 11% del total de niños de esas edades y el 10,4% de los niños que tienen entre 0 y 4 años. Frente a esta realidad, el 29 de diciembre de 2016 celebramos la firma de un acuerdo de trabajo conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDSN) con el objetivo de identificar oportunidades sólidas y sustentables para la implementación a escala del Plan Nacional de Primera Infancia en contextos rurales. A tal fin, ponemos al servicio del MDSN nuestra experiencia y conocimiento sobre la ruralidad para estudiar la viabilidad de instalar Espacios de Primera Infancia en contextos rurales. El proyecto abordará la accesibilidad, infraestructura y características sociodemográficas de más de 700 comunidades rurales en 22 provincias. A través de la resolución 2016-612-E-APN-SES#MDS, dimos inicio formal al trabajo conjunto que se realizará a lo largo de 2017. #epirural #mds

  • Revelan que el 61% de los chicos rosarinos desayuna mal

    DIARIO LA CAPITAL, 9 de octubre de 2016 - La mayoría de los chicos rosarinos que asisten a sexto y séptimo grados desayunan, pero casi todos lo hacen mal. Así lo reflejan las conclusiones de un trabajo realizado por tres licenciadas en nutrición que entrevistaron a 200 alumnos de establecimientos educativos de los seis distritos de Rosario. La investigación fue realizada entre octubre y diciembre de 2014 y será presentada a fin de mes en el VI Congreso de Alimentos Siglo XXI y la XXXIX Reunión Científica del Capítulo Argentino de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición (Caslan), que se desarrollará en Tucumán. Las autoras seleccionaron una escuela por distrito (centro, norte, noroeste, oeste, sudoeste y sur), eligieron dos cursos al azar de cada escuela y entrevistaron a los alumnos. Los escolares incluidos en el trabajo tenían en ese momento entre 11 y 13 años. ¿Qué querían saber las nutricionistas?: la frecuencia de la realización del desayuno, las causas de la omisión del mismo, si estaban o no acompañados durante esa comida, la calidad del desayuno, la elección de los alimentos y el aporte calórico. Los resultados mostraron que el 58,8% de los chicos y chicas desayunaba todos los días, el 35% entre una y seis veces por semana, y el 6,5% nunca. Respecto de la calidad del desayuno (en tanto incorporación de frutas, lácteos y cereales) se estableció que en un 61,5% era inadecuada y en un 38,5% adecuada. El aporte calórico, otro tema central, resultó excesivo en el 50,3% de los casos (el sobrepeso y la obesidad infantil son hoy un problema grande), fue insuficiente en el 39,6%, y suficiente sólo en el 10% restante. "Si bien en el estudio quedó demostrado el alto porcentaje de adolescentes que desayuna (93,5%) el problema real está dado porque la mayoría de esos desayunos son de mala calidad", enfatizaron Valeria Cooper y Marianela Albuerne, licenciadas en nutrición de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (Ucel), quienes hicieron este relevamiento como trabajo final de la carrera, dirigidas por la licenciada Mariana Vidal. El equipo tiene un largo recorrido en esto de analizar cómo se alimentan los chicos de nuestra zona. Desde hace varios años colaboran con la Municipalidad de Rosario —gracias a un programa entre Ucel y la Municipalidad— para mejorar la calidad de la alimentación de los rosarinos. Para eso han visitado ferias barriales y el espacio que ofrece la calle recreativa llevando información y explicando buenos hábitos a la hora de comer. Además, las licenciadas en nutrición son parte de un equipo que trabaja en un jardín de infantes de Puerto General San Martín, donde buscan implementar cambios positivos en los hábitos alimentarios de los niños desde pequeños — un programa que financia la Fundación Bunge y Born. #supersaludable

  • La inversión social privada ya alcanza los U$S 25 millones

    Corresponde al aporte de al menos 50 empresas, según un relevamiento de Télam. TELAM, 24 de septiembre de 2016 - La inversión social privada alcanzó en el último año los u$s 25 millones en Argentina, en su mayoría destinada a financiar programas para mejorar la educación, la infraestructura, la seguridad, la salud y el medio ambiente, de los cuales participaron al menos 50 empresas, de acuerdo a consultas realizadas por Télam entre diversas fuentes del sector. "Lo que hacemos es trabajar mucho a partir de nuestros empleados en los centros operativos. Coordinamos desde Buenos Aires el trabajo en las comunidades de las provincias, donde tenemos los centros, que son más bien chicas, y el radio de influencia de las acciones es donde está la gente", explicó a esta agencia Julián Ferrer, director de la Fundación Cargill. Esta fundación en el último año estuvo presente en 104 localidades, repartidas en 9 provincias, donde volcó recursos por más de u$s 400.000. Por su parte, la gerente de Sustentabilidad y Ciudadanía Corporativa de la Región Sur de América Latina de Dow, Marcela Guerra, explicó a Télam que a la hora de armar sus programas de inversión social, convocan "a empleados representativos de los diferentes negocios y sitios productivos donde la compañía está en la Argentina". "Los programas de inversión social estratégica se organiza en tres áreas: economía, educación y entorno", precisó la ejecutiva de Dow, que en su último reporte dio cuenta de un desembolso de u$s 600.000. En la misma línea, el Banco Santander Río destinó u$s 2 millones a iniciativas que contribuyen al progreso de las comunidades y trabajó con universidades, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil, motorizando proyectos orientados al desarrollo económico, social y cultural del país. El último registro oficial sobre inversión social empresaria existente hasta el momento lo hizo en 2010 el Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE), entidad conformada en 2001, y que cuenta con 36 miembros, entre ellos, Arcor, Irsa, Telefónica, Petrobras, Siemens, Telecom, ICBC, Farmacity, Galicia, entre otros. Desde el GDFE precisaron a esta agencia que se encuentran en plena elaboración de un nuevo informe que esperan publicar a fin de año. No obstante, y en base a cálculos propios, tomados de los informes presentados en los últimos dos meses por la mayoría de las empresas que publican reportes de sustentabilidad, fue posible determinar que la inversión social privada en Argentina alcanza los u$s 25 millones. Este dato fue confirmado por algunas fuentes empresariales vinculadas a las áreas de Responsabilidad Social de sus compañías, consultadas por Télam.Desde los más diversos sectores como agropecuario, financiero, productor de alimentos, energético, químico, textil, tecnológico, realizan centenares de acciones a lo largo y a lo ancho del país, previa evaluación de cuáles son las necesidades en cada una de las comunidades donde actúan. Muchas veces actúan con organizaciones no gubernamentales como guía para realizar las acciones, y en otras, lo hacen en forma directa asistiendo a instituciones educativas, sociales y deportivas. "El compromiso asumido con la gestión de sustentabilidad es concreto, relevante y sostenido en el tiempo", aseguró por su parte, Enrique Humanes, presidente de Bunge, que invirtió u$s 685.000 en acciones de impacto comunitario, como "Avia Terai (Chaco) sin Chagas" o "Aprendiendo a Comer en el Jardín", con la Fundación Bunge y Born; la "Maratón de Lectura", con la Fundación Leer; o "Cadena Productiva", con la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de San Lorenzo, provincia de Santa Fe. En tanto, el responsable de la Fundación Cargill destacó que el área educativa es destino principal de sus programas de inversión social porque "tiene que ver con que la institución escuela es una de las principales en cada comunidad, donde por más chica que sea siempre hay una". Además, Ferrer indicó que "el vínculo se da mucho por la importancia de la institución y porque algunos miembros de cooperadora pueden ser empleados de la empresa, o tienen familiares que lo son, o sus hijos van a esas escuelas". "Lo usamos como algo a favor de la actividad, el hecho que los empleados estén vinculados a la institución donde se desarrolla", subrayó el ejecutivo. Del mismo modo, Dow está en pleno desarrollo, junto a la Universidad del Sur y la Facultad Regional Bahía Blanca de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), de tecnicaturas en procesos continuos y mantenimiento industrial. "Se lanzan a fin de año", precisó Marcela Guerra, de Dow, quien puntualizó que "llevamos la necesidad a las universidades y les planteamos la oportunidad de trabajar en conjunto para el desarrollo curricular. Diseñamos en forma conjunta el programa y vamos a participar en parte del financiamiento, que de nuestra parte será del 50% de los gastos".

  • Mentes curiosas para más ciencia y mejores conocimientos

    La investigadora Melina Furman habla del valor de favorecer el pensamiento científico desde la primera infancia. DIARIO LA CAPITAL, 27 de agosto de 2016 - Desde temprana edad, los nenes y las nenas observan, preguntan y se entusiasman con fenómenos del mundo que los rodean. "Transformar esa curiosidad inicial en hábitos del pensamiento es el gran desafío", opina la bióloga, profesora de la Universidad de San Andrés e investigadora del Conicet, Melina Furman. La idea la desarrolla en el libro "Educar mentes curiosas: la formación del pensamiento científico y tecnológico en la infancia", disponible en forma gratuita en internet. En diálogo con La Capital, Furman asegura que es decisivo favorecer el pensamiento científico desde los primeros años si se quiere formar una ciudadanía preparada para responder a los problemas y retos cada vez más complejos que plantean las tecnologías, la salud o el ambiente. Y en especial porque esa determinación permite "mantener una mirada fresca y curiosa que nos vincula con el conocimiento de por vida, de un modo único". La publicación de Furman se presentó el martes pasado en el XI Foro Latinoamericano de Educación, organizado por la Fundación Santillana con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), "La construcción del pensamiento científico y tecnológico en los niños de 3 a 8 años". Durante la presentación del foro, la educadora recordó que "los chicos tienen pensamiento científico y tecnológico desde muy temprano" y que la tarea docente es "ordenar, sistematizar, ayudar la exploración, nutrir esa curiosidad con enseñanza de pensamiento riguroso". La especialista promueve la incorporación de la ciencia desde una "mirada curiosa, fresca, preguntona", que al mismo tiempo busque resolver problemas. "Los chicos que entran hoy al sistema (educativo) saldrán en el año 2030. Cómo será el mundo en ese momento, no sabemos... pero la educación científica y tecnológica tiene mucho para aportar para prepararlos para ese mundo", aportó Furman. También recordó que la educación inicial y primaria son "terreno fértil" y "horizonte potente" para el desarrollo del pensamiento científico y tecnológico en niños y niñas, que debe abordarse en forma integral con otras áreas. Melina Furman es también cofundadora de Expedición Ciencia y condujo el programa La Casa de la Ciencia, del Canal Paka Paka. Invita a que su libro "Educar mentes curiosas..." se use como material de trabajo en los institutos de formación docente. Dice que es mucho lo que se puede hacer con los más chicos, sobre todo porque las propuestas relacionadas con la exploración científica los atrapan muy rápido. "El desafío es acompañar a las maestras para que desde la escuela, eso se haga más potente", propone. —Cómo pasar de esa observación natural que hacen los chicos de la naturaleza, de los fenómenos físicos, de las preguntas que acercan a un aprendizaje más sistemático. —Hay experiencias que muestran que, incluso desde bebés, los nenes de a poquito van explorando, experimentando, sacando conclusiones a partir de pruebas y errores, de evidencias. El gran desafío es ir transformando esa curiosidad muy inicial en hábitos del pensamiento. Me gusta la palabra hábitos porque son maneras de pensar que nos constituyen, como lentes para ver el mundo, de manera cada vez más organizada y más rigurosa, sin perder la curiosidad sino todo lo contrario: que la enciendan y la potencien más. En el libro cuento algunas experiencias que venimos haciendo con nuestro equipo y también investigaciones de otros colegas. Una se llama "Prácticas auténticas" que invita a poner a los alumnos de modo vivencial con los fenómenos de la naturaleza, con lo que tenemos a mano todos los días, sin irse muy lejos, para empezar a verlos con nuevos ojos. Se trata de organizar situaciones donde haya cosas que nos intriguen, que queremos averiguar, saber cómo funciona el mundo, con maneras organizadas de investigarlas: qué observamos, para qué observamos, si el otro observó lo mismo que yo. También cómo ir explicando eso, cómo ir registrándolo. Una de las claves es cómo ir haciendo visible ese pensamiento para que pase de lo intuitivo a lo más organizado. Que los chicos puedan hacer visible lo que piensan, confrontarlo con lo que ven, con lo que les cuenta la maestra y leen en otras fuentes; poner en diálogo todo eso que, en general, se hace de manera muy intuitiva. —¿Todo eso es posible hacerlo en los tiempos escolares? —Si, es súper posible. Por un lado, todo esto está pensado en el currículo, hay horas específicas en primaria para este fin. En el jardín por suerte la enseñanza está menos compartimentada y hay una plataforma muy rica para integrar situaciones exploratorias de ciencias a otras propuestas. Los jardines ya vienen haciendo y mucho, hablan de la exploración del mundo natural y social de manera integrada. En el libro hablamos de los primeros años de la primaria, del primer ciclo, donde en general las ciencias naturales están más ausentes porque el centro está, y está bien que así sea, en la lectoescritura. Pero dicho esto, hay que saber que la exploración en ciencias naturales es un terreno muy fértil para trabajar la lectoescritura. Hay algo que convoca a leer y a escribir, hay observaciones para poner en escrito, en dibujos, en común. Trabajamos mucho con maestras de primero, segundo y tercer grados tratando de acercar al gran objetivo del primer ciclo de la lectoescritura estas habilidades que van de la mano de enseñar a leer y escribir. —¿Que debería tener en cuenta un docente para educar mentes curiosas? —El gran mensaje es que no hay ninguna rueda por reinventar. Hay mucho que sabemos, que ya está escrito, lo que deben hacer los docentes que quieran animarse es poner mano a todo eso. Por ejemplo, hay un proyecto que armamos hace poco con la Universidad de San Andrés y la Fundación Bunge y Born, que se llama "Prácticas inspiradoras para el nivel inicial". Son secuencias didácticas para salas de cuatro y cinco años, que bien pueden aplicarse a otras. Una es "Los detectives del sonido" y la otra "Los misterios de la luz y la sombra". Trabajamos con las maestras implementando estas secuencias en de dos jardines socialmente muy distintos y filmamos la propuesta con documentalistas (los videos están disponibles en Youtube). Además están los excelentes materiales que en los últimos años viene haciendo el Ministerio de Educación de la Nación, como los Cuadernos para el aula. Pero por otro lado, hay que saber que una tendencia en la enseñanza de las ciencias naturales es hacer experiencias fragmentadas. El secreto para los docentes es trabajar con secuencias donde se aborde un mismo tema en profundidad. El desafío está en no quedarse en algo que hicimos por un ratito y ya está, sino en ir hilvanando, integrando esa experiencia con prácticas del lenguaje, con el arte, las tecnologías, a través de un trabajo sostenido. —¿Por qué es importante estimular el pensamiento científico desde tan pequeños? —Hay varios porqués. Uno es más colectivo y es el de formar buenos ciudadanos, bien parados para tomar decisiones, para entender problemas que cada vez más tienen que ver con las tecnologías, con el ambiente, con la salud. Para todo eso, cuanto antes empezar, mejor. Y uno segundo, que es más personal, más individual, es mantener esta mirada fresca, juguetona, curiosa que nos vincula con el conocimiento de por vida, de un modo único. Yo tengo hijos pequeños y siempre pienso como madre que si tuviera que desearles algo sería eso: que mantengan esa curiosidad encendida de por vida, como garantía de tener una vida plena y rica. #ExpC #steam

  • Investigadores del CONICET recibieron el premio Bunge y Born

    La Dra. María Beatriz Aguirre-Urreta y el Dr. Martín Ezcurra fueron galardonados con el Premio Mayor y Premio Estímulo 2016, respectivamente, por sus aportes en Paleontología. CONICET, 25 de agosto de 2016 - Desde hace 53 años, la Fundación Bunge y Born premia a científicos argentinos con el objetivo de reconocer la trascendencia de sus aportes. En la edición 2016 se otorgó por primera vez a investigaciones en el campo de la Paleontología. Durante la ceremonia disertó el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao. Además, el encuentro contó con la presencia de la primera dama, Juliana Awada de Macri, el ministro de Transporte, Lic. Guillermo Dietrich, junto a sus pares de Hacienda y Finanzas y Modernización, el Lic. Alfonso Prat Gay y el Lic. Andrés Ibarra, respectivamente. Por el CONICET estuvieron presentes la Dra. Mirtha Flawiá, Vicepresidente de Asuntos Científicos del y Directora por el Gran Área de Ciencias Biológicas y de la Salud del Consejo; y el Dr. Vicente Macagno, Director del Gran Área de Ciencias Exactas y Naturales del Consejo. La Dra. María Beatriz Aguirre-Urreta, investigadora superior del CONICET en el Instituto de Estudios Andinos ‘Don Pablo Groeber’ (IDEAN, CONICET-UBA), recibió el Premio Mayor 2016 por sus contribuciones en estudios taxonómicos y bioestratigráficos de los amonites del Cretácico de los Andes Sudamericanos. Aguirre-Urreta es una referente internacional en el estudio de estos organismos y publicó más de 102 trabajos científicos que incluyen artículos y capítulos de libros. Entre otros galardones, la investigadora obtuvo el Premio Houssay en 1987 y el Lifelong Honorary Fellow de la Geological Society of London en 2011, lo que la convirtió en la primera latinoamericana y la primera mujer en ser miembro de la institución. El Premio Estímulo 2016 para jóvenes investigadores fue otorgado a su vez al Dr. Martín Ezcurra, investigador adjunto del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales `Bernardino Rivadavia’ (MACN-CONICET), especialista en paleobiogeografía -estudio de la distribución geográfica de los organismos del pasado que pueden conocerse por sus fósiles-. El jurado destacó su “extraordinaria producción científica y su notable proyección internacional como investigador”. A lo largo de su trayectoria publicó más de 53 trabajos en revistas internacionales con referato y obtuvo el premio Michael K O’Rourke por la mejor publicación de un estudiante de doctorado del College of Life and Environmental Sciences de la Universidad de Birmingham. Además es Honorary Research Associate de la School of Geography, Earth and Environmental Sciences de la Universidad de Birmingham y editor asociado de la revistaFrontiers in Paleontology. #premio #paleontologia

  • Beatriz Aguirre-Urreta: “Por mi amor a la paleontología, pasé un mes sin bañarme”

    La científica recibirá hoy el prestigioso premio Fundación Bunge y Born por el hallazgo de moluscos fósiles en la Cordillera. CLARIN, 24 de agosto de 2016 - Se piensa que a los paleontólogos les fascina buscar fósiles de dinosaurios enormes. Sin embargo, hay quienes consiguen felicidad con tan sólo hallar restos de organismos prehistóricos y con menos fama. Beatriz Aguirre-Urreta es de ese tipo de gente. Encontró su disfrute y desarrolló su vocación con el estudio de los amonites, unos moluscos fósiles que fueron parientes de los calamares y pulpos actuales, que exhibían una conchilla enrollada en espiral. Hoy, a las 19 horas recibirá en Capital el prestigioso premio Fundación Bunge y Born –que implican 100.000 dólares– por su “prolífica labor académica como por su extensa carrera docente”, durante un acto al que asistirán cinco ministros del Gobierno y la primera dama, Juliana Awada. -¿Cómo decidió ser científica? En realidad, decidí ser paleontóloga. Desde muy chica, esperaba que bajara la marea y siempre juntaba huesos fósiles en la playa de Necochea. Después del secundario, decidí estudiar biología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Aunque no tenía a ningún investigador científico en mi familia. Mi mamá era profesora de matemática y mi papá, médico. -¿Sus padres alentaron su carrera? Me preguntaban si iba a poder vivir de la paleontología, y mi respuesta era: “Sí, no te preocupes”. Al terminar la licenciatura, hice un doctorado en biología, y más tarde un doctorado en geología. Porque no existía en aquel momento la carrera de paleontología. Con otros colegas, la impulsamos y hoy es una carrera viva.  -¿Y cómo llegó a convertirse en una de las mayores expertas en amonites del hemisferio sur? Mi jefa de trabajos prácticos, Lidia Lustig, decía que era importante contar con una colección propia de fósiles. Aconsejaba ir al campo para excavar, y trabajar con los propios fósiles. Empecé a estudiar los fósiles de amonites, que habitaron los mares del mundo hasta hace 65 millones de años. Y trabajé más contenta cuando encontré mis propios fósiles de amonites. Fueron organismos abundantes en el planeta, desde el Ártico hasta la Antártida, y se extinguieron al mismo tiempo que los dinosaurios. -Pero no es fácil hallar sus restos. Íbamos todos los veranos a la cordillera de los Andes a investigar. Porque allí hace más de 65 millones de años había un mar. Al principio, trabajamos en la cordillera patagónica. Nos mudamos a la alta cordillera de San Juan y a Mendoza. Trabajamos en la misma zona en que el naturalista inglés Charles Darwin recorrió en el siglo XIX. Ahora trabajamos en la cuenca neuquina, que es más amigable desde el punto de vista de la logística. Las rodillas ya no me dan tanto, pero sigo investigando. Algunos piensan que hay que ser excepcional para investigar y pasar tanto tiempo en la montaña. Pero sólo se necesita un físico razonable y muchas ganas de trabajar. Algunos no entienden que un paleontólogo pase un mes sin bañarse y cocinando con leña. Yo lo hice y lo disfruté mucho. Mis dos hermanos me siguen viendo como un bicho raro. -¿Sus hallazgos tuvieron alguna aplicación directa? Con nuestro conocimiento, colaboramos con profesionales de la industria para afinar la edad de los sedimentos de la Formación de Vaca Muerta, donde hay amonites a más de 2.000 metros de profundidad. El lugar hoy es clave para la industria de los hidrocarburos no convencionales. -¿Para qué siguió los pasos de Charles Darwin en el país? Trabajábamos con su libro de viaje en la mano. Es que el naturalista tuvo aquí sus primeras ideas de evolución a partir de hallazgos de fósiles de grandes mamíferos en la costa atlántica y de amonites a 3.000 metros de altura. Se preguntó cómo habían ascendido y cuánto tiempo había pasado. Hoy sabemos que los amonites estaban en un mar, donde después de millones de años emergió la Cordillera de los Andes. #premio #paleontologia

  • Se entregó el Premio Fundación Bunge y Born 2016 en Paleontología

    Es la recompensa a la investigación científica más importante de la Argentina y este año se otorgó por primera vez a la disciplina de Paleontología. La premiada es Beatriz Aguirre-Urreta, una de las más destacadas investigadoras de América del Sur en esta especialidad. A su vez, Martín Daniel Ezcurra, joven científico que a los 29 años ha hecho aportes de gran calidad en el campo de la evolución de los animales prehistóricos, recibe el Premio Estímulo a Jóvenes Científicos. En una ceremonia encabezada por Jorge Born, Presidente de la Fundación Bunge y Born, el pasado 24 de agosto se entregó uno de los más acreditados reconocimientos a la ciencia y a la investigación de América Latina.  Instituido en 1963, lo obtuvieron notables personalidades, como el Dr. Luis Federico Leloir, quien lo recibió en 1965, cinco años antes de ganar el Premio Nobel. El acto contó con la asistencia de más de 350 personas entre las que destacamos la participación especial de la Primera dama, Juliana Awada, y de varios funcionarios como Lino Barañao, Alfonso Prat-Gay, Carlos Melconian, Guillermo Dietrich, Facundo Manes, Kent Mark Andrew Geoffrey (Embajador de Gran Bretaña); miembros del Jurado, ganadores del premio de años anteriores, miembros del CONICET y demás referentes vinculados con la comunidad científica y proyectos de la Fundación. “Es el Premio Científico más importante, que entrega una entidad privada, por su monto y su prestigio, y desde 1964 se entrega anualmente a investigadores consagrados en el país –precisa Gerardo della Paolera, Director Ejecutivo de la Fundación Bunge y Born-. Basta con mencionar que, además del Dr. Leloir, lo recibieron Alfredo Lanari, Alfredo Pavlovsky, Eduardo De Robertis, Eduardo Arzt, Gabriel Rabinovich, Antonio Hall y otros grandes de la ciencia nacional.” Jorge Born (h) -Presidente de la Fundación- agrega: “La distinción alcanzada por logros científicos de alto prestigio es siempre un acontecimiento para celebrar, por eso vale la pena destacar que, desde hace 53 años, el Premio Fundación Bunge y Born tiene como finalidad reconocer y estimular a investigadores por la trascendencia de sus aportes científicos y por su contribución a la formación de recursos humanos”. El jurado destacó que Beatriz Aguirre-Urreta “se encuentra entre los científicos más destacados dentro del campo de la Paleontología de la Argentina y de América del Sur” y que sus trabajos van más allá de la paleontología pues “tienen aplicación directa sobre la exploración de nuevos yacimientos de petróleo en las Cuencas Austral y Neuquina”. Sus investigaciones sobre la Formación Vaca Muerta, tema en plena discusión a nivel mundial, la colocan como referente científico en la materia, sumado a que localmente es importante destacar su desempeño y liderazgo como docente y creadora, nada menos que, de la carrera de Paleontología en la Universidad de Buenos Aires. Sobre Martín Daniel Ezcurra expresó: “el marco teórico empleado, la información anatómica generada, el abordaje metodológico y la diversidad y cantidad de trabajos publicados a nivel internacional en tan corto plazo permiten sostener que Ezcurra no solamente posee una extraordinaria producción científica sino también una notable proyección internacional como investigador”. #premio #paleontologia

  • Cazadores de fósiles

    LA NACIÓN, 3 de junio de 2016 - Xu Xing, el paleontólogo chino que acaba de pasar por Buenos Aires para participar en las 30as Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados y para dar una charla en el Centro Cultural de la Ciencia, es una especie de rockstar de los reptiles gigantes. Descubrió dinosaurios emplumados y fósiles de algunas de las primeras aves que se conocen, ayudó a demostrar que los pájaros evolucionaron a partir de los dinosaurios y zanjó un debate de larga data cuando todavía no completaba la cuarta década de vida. Pero, atención en este tema, acá no nos quedamos atrás: si hubiera un mercado internacional de "pases" de paleontólogos como el que existe para los futbolistas, no cabe duda de que el país sería considerado un semillero excepcional de cazadores de fósiles. En estos días dos de ellos merecen un reconocimiento especial. Uno es José Bonaparte, cuya obra se recuerda desde el 14 de mayo en una exposición de la Biblioteca Sarmiento, de Mercedes, ciudad en la que se crió, pero que abandonó durante medio siglo para ir tras las huellas de algunos de los ejemplares más notables que se hayan encontrado. Hijo de un marinero italiano, Bonaparte nació en Rosario, en 1928, y en 1947, con apenas 19 años, fundó con un grupo de amigos lo que es hoy el Museo Municipal de Ciencias Naturales de Mercedes. De allí en más, fueron 50 años de actividad ininterrumpida (veinte de ellos, en la Universidad de Tucumán) e innumerables expediciones. Con una persistencia y determinación a toda prueba, marcó hitos en el conocimiento de la fauna que poblaba Gondwana (la masa terrestre de la que se desprendió América del Sur) hace decenas de millones de años. Entre sus discípulos se cuentan algunos de los más resonantes protagonistas de la paleontología actual, como Fernando Novas, Rodolfo Coria, Luis Chiappe, Guillermo Rougier, Leonardo Salgado y Jorge Calvo. Hace cuatro años, Mike Benton, investigador de la Universidad de Bristol, publicó en el Journal of Vertebrate Paleontology una revisión de las 1400 especies de dinosaurios identificadas y publicadas entre 1820 y 2004 en todo el mundo. En ese estudio, Bonaparte se ubicó como el paleontólogo vivo con más especies nombradas que siguen siendo válidas (23 de 24). Lo seguía precisamente Xu Xing, de la Universidad de Pekín, con 18. El argentino, con un índice de validez de 0,96, superó incluso al mediático Paul Sereno, norteamericano, que nombró doce especies y tenía un índice de validez de 0,92. Quienes lo conocen afirman que dejó todo de lado en pos de la pasión que lo llevó a recorrer vastos territorios en busca de huesos sepultados durante millones de años, y le permitió realizar descubrimientos impactantes, como el Carnotaurus sastrei, el primer fósil de dinosaurio con cuernos, que conservaba impresiones de su piel, en Chubut. A pesar de ser autodidacto, trabajó en el Museo Field de Chicago, en Harvard, en Berkeley, en Inglaterra, Alemania y Canadá. Además de sus hallazgos, aportó nuevos desarrollos teóricos y puso a la Argentina en el centro de la escena paleontológica internacional, explicó en esa oportunidad Novas. Por su parte, Beatriz Aguirre-Urreta, que a lo largo de una extensa carrera científica y docente se dedicó a fósiles mucho más pequeños, los amonoideos del Cretácico, un tipo de moluscos cuyo descendiente más cercano es el Nautilus, acaba de convertirse en la segunda mujer en recibir el Premio Bunge y Born a la ciencia, que este año por primera vez se otorga a la paleontología. En campañas a lomo de mula, que le exigían permanecer meses en lo alto de la Cordillera, viviendo en carpa, o que la hicieron protagonizar singulares peripecias durante la caída de la URSS, adonde la había llevado su trabajo científico, Aguirre-Urreta, la primera latinoamericana y la primera mujer en ser miembro de la Sociedad Geológica de Londres, la más antigua del mundo, fue considerada por el jurado como "una científica excepcional" que se destaca tanto en la ciencia como en la docencia, ambas tareas desarrolladas totalmente en la UBA. Sin duda, ambos y sus numerosos seguidores son dignos herederos de Ameghino, también oriundo de Mercedes, ese director de escuela devenido en buscador de huesos que nunca dejó de preguntarse de dónde venían y que, apremiado por las penurias económicas, debió abrir una librería para sustentarse. Su nombre: El Glyptodón. #premio #paleontologia

  • Salta: Supervisores y directores de Nivel Inicial reciben formación y asesoramiento

    La iniciativa se lleva adelante como una propuesta acordada entre el Ministerio de Educación de Salta y las fundaciones Pérez Companc y Bunge y Born para la actualización profesional de supervisores y directores de la provincia. GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE SALTA, 17 de mayo de 2016 - Esta semana, directores y supervisores de Nivel Inicial de toda la provincia reciben formación y asesoramiento de reconocidos especialistas en educación. Hoy, en el Centro de Convenciones de Casa de Gobierno, iniciaron los encuentros. La iniciativa es organizada por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y las fundaciones Perez Companc y Bunge y Born, con la finalidad de promover la actualización profesional de supervisores, fortalecer su rol y desarrollar competencias claves para el desarrollo del aprendizaje en las escuelas. Los encuentros girarán alrededor de tres ejes: El juego, la alfabetización y la gestión del Nivel Inicial. En el encuentro de hoy, dictó la formación el reconocido especialista en el medio, Miguel Ángel Roldán. Participarán en las sucesivas jornadas los especialistas: Celia Rosemberg, Daniel Brailovsky, Ruth Harf y Verona Batiuk, con la coordinación de María Victoria Abregú. El Nivel Inicial impacta fuertemente en las trayectorias educativas de los niños, sin embargo existe aún la discusión acerca de su sentido, función, prioridades y propuestas didácticas por lo que es necesario construir espacios genuinos de reflexión, debate y formación que instalen nuevos modos de mirar y pensar el nivel, buscando mejorar su calidad para dar respuestas a las nuevas demandas. Participan de la capacitación, la subsecretaria de Calidad e Innovación Educativa, Rosana Hernández, y la coordinadora de Educación Inicial, Liliana López. #sembrador #fpc #salta

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