Una herramienta para aprender en el recreo
La Fundación Bunge y Born elaboró un juego de patio diseñado especialmente para contribuir al entrenamiento de habilidades cognitivas y motrices de niños y niñas de 2 a 6 años de edad.
Por Teresa Blanco, Analista de proyectos de la Fundación Bunge y Born.
PERFIL, 30 de junio de 2024.- Los niños y las niñas desarrollan la estructura y el funcionamiento de su cerebro a través de distintas herramientas, pero especialmente a través del juego. De hecho, el juego compartido es cada vez más reconocido como un valor para potenciar el desarrollo cognitivo y socioemocional.
Según estudios de la Academia Americana de Pediatría, el juego conduce a cambios a nivel molecular (epigenético), celular (conectividad neuronal) y conductual (habilidades de funcionamiento socioemocional y ejecutivo) que promueven el aprendizaje y el comportamiento. También permite que se desarrollen funciones cognitivas para el pensamiento, como las funciones ejecutivas: atención, control inhibitorio, memoria de trabajo, flexibilidad y planificación.
La escuela es uno de los espacios en los que niños y niñas adquieren sus primeros aprendizajes; de hecho existe una fuerte evidencia acerca del impacto que tiene la asistencia al Nivel Inicial, en el corto y largo plazo, tanto en la vida de los niños y niñas como en la economía de los países que invierten en ello.
Durante el nivel inicial, se desarrollan algunas habilidades fundamentales para que los niños puedan tener un tránsito exitoso a lo largo de toda su trayectoria escolar. Algunos estudios sostienen que la intervención en primera infancia es un espacio privilegiado para la nivelación en materia de igualdad de oportunidades.
Esto tiene su explicación en que los cerebros de los niños durante los primeros cinco años de vida se desarrollan más rápido que en cualquier otra instancia de la vida. Esas primeras experiencias delimitan cómo va a ser el desarrollo que vendrá después y, según el National Research Council Institute of Medicine de los Estados Unidos, esos primeros aprendizajes son claves para que los niños puedan tener una educación exitosa, ya que construyen conexiones neuronales que forman la arquitectura cerebral, es decir la base para aprendizajes posteriores. La salud física (higiene y nutrición), el contexto social (la composición de la familia, la escuela a la que asiste el niño), el ambiente o la zona en la que habita, entre otras, son las dimensiones que influyen en este desarrollo.
Para un tránsito exitoso a lo largo de la escolaridad primaria, es fundamental el desarrollo cognitivo en particular, ya que es necesario haber adquirido antes ciertos niveles de algunas funciones cognitivas para el pensamiento –como las Funciones Ejecutivas– y haber desarrollado también algunas habilidades motrices claves, para la adquisición de los primeros aprendizajes escolares. Todas éstas se incluyen dentro de los precursores de aprendizaje: distintos estudios asocian el desarrollo de estas funciones con la habilidad lectora, las habilidades matemáticas, con el éxito en medidas estandarizadas de rendimiento académico e incluso con la regulación emocional.
Los diseños curriculares para el Nivel Inicial, en general, proponen actividades que promueven la creatividad, la comunicación verbal y no verbal, la formación corporal y motriz, y el juego como medio para el desarrollo cognitivo, afectivo, estético y social de los niños y niñas. Para eso, se establecen cuatro horas diarias de clase, de las cuales 30 minutos corresponden al recreo. En la mayoría de las escuelas, ese tiempo equivalente a 10 horas mensuales, transcurre en un patio o salón común. Entonces, los niños y niñas pasan mucho tiempo del día en la escuela y, para muchos de ellos, el tiempo en el patio es su momento de más actividad en la jornada.
En este contexto, en 2018, desde la Fundación Bunge y Born, nos preguntamos: ¿cómo podemos sumar valor al tiempo de recreo? Dado que desde hace varias décadas tenemos proyectos dedicados a escuelas rurales de todo el país.
Surge así el Domo Cósmico: un juego de patio diseñado especialmente para contribuir al entrenamiento de habilidades cognitivas y motrices identificadas como precursoras del aprendizaje de niños y niñas de 2 a 6 años de edad.
El elemento principal de este dispositivo de juegos es el domo, propiamente dicho. En él se concentran la mayoría de las actividades vinculadas a la motricidad gruesa y funciona de soporte para los nueve paneles de actividades que tiene, que estimulan otros dominios del desarrollo –como la coordinación visomotora, la atención selectiva, la memoria de trabajo, el control inhibitorio, el sentido del número, entre otras–. El sistema se complementa con un rompecabezas tridimensional, donde cada una de sus partes sirve para promover el juego libre, la planificación y la cooperación.
Para el desarrollo del Domo Cósmico, conformamos un equipo de trabajo interdisciplinario integrado por diseñadores industriales, terapistas ocupacionales, neuropsicólogos, politólogos, y especialistas en desarrollo infantil y educación a fin de lograr un diseño que respondiera a las características particulares de las escuelas de contextos rurales. Cada una de las partes del domo está basada en evidencia y pensada para contribuir al entrenamiento de algunas de las habilidades cognitivas y motrices identificadas como precursoras del aprendizaje, y agregar valor al tiempo que los niños y niñas pasan en el patio.
Este año, lanzamos la convocatoria abierta y gratuita Desafío Domo Cósmico 2024, para escuelas de nivel inicial y organizaciones de la sociedad civil de todo el país, con la misión de transformar la educación en primera infancia en Argentina a través del juego. Las instituciones pueden participar por uno de los cien domos que recibirán las instituciones ganadoras. Toda la información se encuentra en el sitio domocosmico.org
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