Premio Bunge y Born para dos experimentados paleontólogos
Beatriz Aguirre-Urreta y Martín Ezcurra recibieron ayer el destacado galardón
LA NACION, 25 de agosto de 2016 - Beatriz Aguirre-Urreta, la primera latinoamericana y la primera mujer en ser miembro de la Sociedad Geológica de Londres, creada hace más de dos siglos, recibió anoche el Premio Bunge y Born a la ciencia, una de las recompensas más importantes que se entregan a científicos en actividad en América latina, y que este año por primera vez se otorga a la paleontología.
"No lo esperaba -confiesa la investigadora-, fue una enorme sorpresa. Cuando recibí la llamada de Jorge Born estaba trabajando con unos colegas, revisando un libro que había llegado desde los Estados Unidos, y fue muy, muy emocionante."
Al abrir la ceremonia, en la que estuvieron presentes varios ministros y, fugazmente, la primera dama, Juliana Awada, el director ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, Gerardo della Paolera, precisó: "Es el premio científico más importante que otorga una entidad privada, por su monto y su prestigio, y desde 1964 se entrega anualmente a investigadores consagrados en el país. Basta con mencionar que, además de Luis Federico Leloir, lo recibieron Alfredo Lanari, Alfredo Pavlovsky, Eduardo De Robertis, Eduardo Arzt, Gabriel Rabinovich, Antonio Hall y otros grandes de la ciencia nacional".
Aguirre-Urreta es una referente internacional en amonites, moluscos fósiles con aspecto de caracol que no tienen representantes actuales, porque se extinguieron junto con los dinosaurios hace unos 65 millones de años, pero que en realidad son parientes de pulpos y calamares. Su descendiente más cercano es el nautilus. De distribución mundial, varían entre unos pocos milímetros y dos metros de diámetro, aunque los hallados en nuestro país no superan el metro. A diferencia de los dinosaurios, que se depositaron en rocas terrestres, los amonoideos se depositaron en rocas del fondo del mar.
"Probablemente los primeros registros de estos fósiles los hizo Darwin en 1835, mientras atravesaba la Cordillera, a 4000 o 5000 metros de altura -cuenta Aguirre-Urreta-, donde en la era Mesozoica había un mar."
Los amonites son un grupo que tiene distribución mundial, aunque cuando Aguirre-Urreta comenzó a investigarlos no se sabía mucho sobre los que habían existido en el hemisferio sur. "Durante un período muy largo, hubo muchísimas especies -precisa-. Vivían y nadaban en la columna de agua. Algunos, encontrados en la Antártida, tenían una conchilla muy bonita, nacarada. Nos sirven para saber la edad relativa de las rocas. Esto les dio un poco más de trascendencia, porque fueron muy importantes en el Jurásico y especialmente en el período de la sedimentación de Vaca Muerta."
En campañas a lomo de mula, que le exigían permanecer durante meses en lo alto de la Cordillera, viviendo en carpa, vadeando ríos o que la hicieron protagonizar singulares peripecias durante la caída de la URSS, adonde la había llevado su trabajo científico, puso a la Argentina en el mapa mundial de estos organismos y desarrolló una tarea trascendente en la formación de recursos humanos en la Universidad de Buenos Aires, donde creó la Licenciatura en Paleontología.
Hija de un médico y una profesora de matemática, con hermanos vinculados con la ingeniería y las actividades artísticas, la investigadora no acierta a dilucidar el origen de su pasión, pero sabe que se inició muy precozmente, cuando de chica se dedicaba a juntar huesos petrificados en las playas de Necochea. "Por alguna razón me interesaban esos huesos -recuerda-. Ya en la universidad, estudié Biología y quise hacer un doctorado interdisciplinario, algo imposible en 1978, así que me doctoré en Biología y hace poquitos años hice el segundo doctorado, en Geología. Ocurre que la paleontología es una mezcla de biología y geología. Por un lado, trabajamos con organismos, pero por otro se transformaron en rocas, están en la litósfera."
Las décadas de campañas en la Cordillera le inspiran una sonrisa. "Eran ásperas y muy largas -afirma-. Había que estar un par de meses en el campo. Fueron muchísimos años de trabajo arduo, pero muy divertido. Durante largo tiempo no tuve vacaciones reales, porque en esos lugares había que trabajar en verano, así que terminábamos la actividad académica y había que viajar a la Cordillera. Se hace mucho esfuerzo, pero con muchísimas alegrías."
Entre las abundantes anécdotas de esos tiempos está la dificultad para vadear ríos, comer poco, alguna vez que se rompió la cabeza y volvió de urgencia a Bueno Aires. "Cuando llegué, la herida ya se había cicatrizado; por suerte, ahora solamente es un recuerdo de batalla", aclara.
Más allá del premio, Aguirre-Urreta está segura de que seguirá investigando. "La palabra jubilación no entra en mi cerebro -subraya-. Quiero rescatar que esta distinción es un honor para mí, pero también para la paleontología, una ciencia que tiene casi la misma edad que nuestro país. Con una gran historia, que se haya decidido premiarla es un gusto. Por otro lado, el jurado tuvo en cuenta la producción científica y la formación de recursos humanos. Uno a veces tiene que decidir cómo utiliza su tiempo y yo tuve que decidir la creación de una Licenciatura en Paleontología en la UBA, y eso llevó trabajo..."
Martín Ezcurra
Por decisión unánime del jurado, el premio Estímulo fue para Martín Ezcurra, que quiso ser paleontólogo desde los dos o tres años. Al poco tiempo empezó a participar en un taller para chicos con Fernando Novas, su mentor, que luego lo invitó a colaborar en su laboratorio. A los ocho empezó a escribir sobre animales que habían vivido antes de los dinosaurios. El volumen se publicó mientras cursaba el último año del colegio secundario.
Los primeros papers los publicó cuando empezaba a estudiar biología. A los 29 años, ya realizó importantes aportes. "El marco teórico empleado, la información anatómica generada, el abordaje metodológico y la diversidad y cantidad de trabajos publicados a nivel internacional en tan corto plazo permiten sostener que Ezcurra no sólo posee una extraordinaria producción científica, sino también una notable proyección internacional como investigador", detalló el jurado integrado por Víctor Ramos, Carlos Cingolani, Silvio Casadío, Luis Chiappe y John Flynn.
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