top of page
top

La crítica de Víctor Yohai, un científico premiado

Será distinguido con el premio a la ciencia de la Fundación Bunge y Born, que por primera vez le entrega el galardón a un matemático. Su formación, sus recuerdos, sus lecciones y la belleza de una disciplina fundamental.



Víctor Yohai. Foto: INFOBAE TV.


INFOBAE, 14 de agosto de 2018 - Su padre era analfabeto, un judío sefardí de Turquía que empezó a trabajar de niño. Hacía las cuentas mentales más rápido que él. Su madre presumía de buenas aptitudes en su enseñanza básica y también reunía facilidades para los cálculos. Ambos, sin embargo, tenían absoluto desinterés en la matemática como disciplina de estudio. Criaron, sin saberlo ni desearlo, un hijo que será galardonado con el célebre Premio Bunge y Born, una fundación sin fines de lucro de alcance federal fundada el primero de agosto de 1963.


La distinción homenajea por primera vez a un matemático. Aunque también la disciplina era reconocida de manera solapada en los galardones que recibieron físicos, ingenieros, agrónomos, médicos y biólogos. El reconocimiento, aunque personal, es retroactivo a una materia fundacional. La matemática está en todo y es tiempo de evocarla, coinciden tanto miembros de la organización como la personalidad premiada.


Es Víctor Jaime Yohai, un argentino de 79 años de extenso pergamino en la disciplina educativa. Su currículum dice que es licenciado en matemática por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctor en estadística por University of California (Berkeley, Estados Unidos), que trabajó en Venezuela, California, Chile y en universidades públicas y privadas de Argentina, que publicó 121 artículos en revistas especializadas, recibió 12 premios y distinciones, disertó en 57 congresos nacionales, regionales e internacionales, que es miembro de seis sociedades científicas y fue profesor visitante en universidades de Washington, Vancouver, Río de Janeiro, Madrid y Lausana.


Vivió la Noche de los Bastones Largos, se erradicó en Caracas y concluyó su doctorado en una universidad estadounidense seducido por la calidad de enseñanza. Es voz autorizada en materia de educación y representante global de la disciplina matemática. Habla de ella como pieza fundamental para todos los órdenes de la vida, se esfuerza en describir la belleza exótica de su práctica, recuerda su educación y sus inquietudes de adolescente, y desaprueba los estándares de enseñanza del país.

"La formación que se da hoy en el secundario, particularmente en matemática, es bastante deficiente. Eso es porque los profesores no están bien formados. Estudian en institutos del profesorado donde tampoco tienen buenos profesores. Es un círculo vicioso", describe.

La solución -dice- se encuentra en los métodos de enseñanza profesional que conoció en países desarrollados, donde "los profesores se forman en la universidad con investigadores que no enseñan de manera rutinaria a repetir resultados, sino que les enseñan a pensar para que sean capaces también de producir resultados. Y encontrar la belleza para que puedan en algún momento demostrar algo, crear algo que no sea conocido. Eso es la belleza de la matemática: todo el tiempo se está creando algo".


Y propone un consejo para la docencia, de la que admite un problema estructural de formación y no de vocación: "Al alumno hay que hacerlo pensar, poniéndolo con problemas que le exijan razonamiento y que no tengan una respuesta inmediata. Hay que motivarlos, hay que despertarles el interés con problemas exigentes que los hagan pensar, que sean un desafío. ¿Por qué, por ejemplo, los libros de Paenza han tenido tanto éxito? Porque a los mismos adolescentes, que después se quejan de la enseñanza, se les plantean desafíos que les despiertan inquietudes. Esa idea de plantear problemas que los alumnos tienen que resolver, no mecánicamente ni repitiendo una receta, haría que adquirieran interés por la matemática".


Recuerda, en diálogo con Infobae, que en su escuela primaria tuvo cuatro años al mismo profesor, "uno muy bueno, realmente", y que en la secundaria "los profesores eran malos, salvo la de matemática".


Su vocación se despertó en la adolescencia, cuando halló un componente seductor en la materia: "Me interesaban muchas cosas, la matemática, la historia, la filosofía. Tenía varias inquietudes, pero en la matemática había una propiedad que la distinguía de las otras. Para determinar si un resultado es cierto, solo se utilizaba un criterio lógico. Cuando algo se determinaba que era verdad, uno podía estar totalmente seguro de que era verdadero, no había posibilidad de equivocarse. En cambio en las ciencias sociales muchas veces intervienen los prejuicios ideológicos, políticos, que habilitan distintas opiniones. ¿Quién tiene la verdad? A veces es difícil saberlo".


Esa ambigüedad lo desalentó. Su formación ciudadana necesitaba respaldo científico. Se sinceró: dijo que su inseguridad de adolescencia requería eso, un contraste irrefutable. "Quería estudiar algo donde lo que se decía que era verdad, fuera realmente verdad. Y la matemática tiene una sola respuesta. Lo que es verdadero, es verdadero".


Tal vez Víctor Yohai halle en esas certezas irrevocables, la belleza de la matemática. Algo que, curiosamente, no puede describir con exactitud. En su interpretación de la disciplina recurre a Beethoven: "La matemática tiene, para los que nos gusta, una belleza sin igual. A veces es difícil transmitirle a una persona que está afuera, por qué la matemática es bella. Las demostraciones son bellas y los resultados son de una profundidad que hace que uno lo sienta bello. Un matemático famoso húngaro, Paul Erdos, dijo: 'Explicar por qué la matemática es bella es como explicar por qué la novena sinfonía de Beethoven es bella. El que no se da cuenta solo, no lo va a entender'".


Define a la matemática como una herramienta que no hace descubrimientos, sino que los produce: "La matemática es fundamental para la física, por ejemplo, pero lo que se conoce es el resultado de física. Einstein formuló la teoría de la relatividad, pero para eso tuvo que usar mucha matemática. Si no hubiera existido la matemática, no lo hubiera podido hacer".


La especialidad que le dio reconocimiento internacional es la estadística. "El objetivo de la estadística es analizar datos y sacar conclusiones. La gente acumula datos. Pero, ¿qué se hacen con esos datos, qué conclusiones se obtienen? Para obtener conclusiones de esos datos hay que hacer estadística". Por eso será premiado por la Fundación Bunge y Born, por sus trabajos sobre Métodos Estadísticos Robustos.


Es Víctor Yohai, un apasionado de la matemática que, reconoce, todavía le quedan problemas por resolver.


13 visualizaciones

Comments


bottom of page