"Esta ayuda nos permitió ganar autonomía, ampliar la capacidad de trabajo y formar personal"
Desde el inicio de la pandemia en nuestro país, en marzo de 2020, desde la Fundación Bunge y Born nos contactamos con distintos institutos médicos y de investigación para entender sus urgencias y necesidades. Así es que, en el marco de la ACCIONES COVID-19, nos acercamos al Instituto de Medicina Regional (IMR) de la Universidad Nacional del Nordeste para mejorar las capacidades de análisis e investigación sobre COVID-19 y otras patologías regionales en la provincia de Chaco.
A mediados del año pasado realizamos un aporte de dos termocicladores PCR en Tiempo Real para diagnóstico de COVID-19, dos computadoras y dos sistemas de protección para instrumental eléctrico y, en el último tiempo, concretamos la donación de una computadora especial que les permitirá comenzar a trabajar en la secuenciación genética de COVID-19 y de otras enfermedades, proyecto que contó con un importante subsidio del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Dialogamos con los doctores Gustavo Giusiano, investigador del CONICET y jefe del Departamento de Micología del IMR y con Horacio Lucero, investigador de la Universidad Nacional del Nordeste y jefe del Laboratorio de Biología Molecular del IMR.
¿Cómo encuentra al IMR este segundo año de pandemia de COVID-19?
Gustavo Giusiano: El 31 de marzo cumplimos doce meses desde que en el IMR comenzamos a realizar el diagnóstico de COVID-19 por PCR en Tiempo Real, tras el aporte de equipamiento de parte de la Fundación Bunge y Born. Actualmente, y tras ganar un concurso del Ministerio de Ciencia y Tecnología, comenzaremos a trabajar en un proyecto de secuenciación genética del virus, para conocer las variantes que circulan.
¿Cómo evalúan el trabajo realizado hasta el momento? ¿Cuál consideran que fue su mayor aporte?
GG: Desde que comenzó la pandemia apoyamos al Ministerio de Salud Pública de la provincia de Chaco en la realización de testeos, llegando a analizar más de 30 mil muestras de COVID-19, pero también colaboramos con la formación de recursos humanos para los otros centros de diagnóstico que se abrieron en la provincia.
Horacio Lucero: Al comienzo el IMR y el Hospital Perrando eran los únicos lugares de la provincia donde se realizaban testeos con la técnica de PCR. Luego terminaron siendo 5 centros de diagnóstico. En el instituto montamos un sistema de formación para nuestros profesionales, pero también para capacitar al personal de salud que envió el ministerio. En total capacitamos a un grupo de entre 15 y 20 profesionales de los cuales algunos continúan trabajando en el IMR y otro grupo pasó a desempeñarse en el sistema de salud pública y hoy siguen realizando testeos en otros centros.
GG: Una vez que fueron puestos en funcionamiento los nuevos centros de diagnóstico, y fue capacitado su personal, el área de Biología Molecular del instituto comenzó a trabajar en este nuevo proyecto de secuenciación, que es otro gran desafío y donde creemos que tenemos mucho más para aportar.
¿En qué consiste este nuevo proyecto de secuenciación del virus en el que comienzan a trabajar ahora?
GG: Este proyecto se presentó a concurso a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y recibimos un subsidio para reequipamiento de instituciones relacionadas a la COVID-19 pero que tengan también una proyección hacia otras patologías, que es la característica del instituto. Este subsidio nos permitió incorporar un equipamiento de secuenciación que va a permitir que nos convirtamos en uno de los pocos nodos que realizan este trabajo en la Argentina, y en particular en el interior del país.
En todo el Norte argentino no hay ni un solo secuenciador, por lo tanto anteriormente nos veíamos obligados a depender de otros centros del país, o de contar con gran cantidad de fondos para enviar a secuenciar al exterior. Incorporar este equipamiento nos va a permitir no sólo desarrollar de manera autónoma la secuenciación de las muestras para conocer las variantes de COVID-19 que circulan en la provincia, sino trabajar también con otros proyectos de secuenciación genómica de patologías regionales que venimos trabajando hace muchos años, como Chagas, Leishmaniasis, Paracoccidioidomicosis, y otras infecciones bacterianas.
Además se conformará un servicio de secuenciación donde otras instituciones que lo requieran podrán venir a secuenciar al instituto. Parte de lo que nosotros íbamos a hacer a otros lugares podremos ofrecérselo a otras instituciones para que trabajen con nosotros. Eso nos jerarquiza como institución de investigación y de soporte a la salud pública.
¿De qué manera la Fundación Bunge y Born colabora en su trabajo?
GG: El aporte de la Fundación Bunge y Born fue clave para nuestro trabajo el último año. Primero porque el instituto no contaba con el equipamiento para poder analizar muestras de COVID-19. El aporte de dos termocicladores PCR en Tiempo Real nos permitió ganar autonomía, ampliar la capacidad de trabajo y formar personal. Por otro lado, la Fundación también aportó gran cantidad de kits de columnas de extracción, un insumo que fue de gran ayuda ya que fue un año donde hubo mucha variabilidad en la calidad de los reactivos que venían de Nación, o aquellos que podía adquirir la provincia. El trabajar con reactivos y material de buena calidad era importante para la optimización de los resultados y para reducir los tiempos de realización.
HL: El hecho de saber exactamente que íbamos a contar con insumos de extracción de material genético durante todo lo que restaba del año nos permitió trabajar con mucha más seguridad, y eso no es poca cosa. Antes de que la Fundación hiciera el aporte, tuvimos semanas donde no sabíamos a ciencia cierta cuándo nos iban a llegar los insumos ni de qué calidad serían.
GG: Y también queremos destacar el aporte de la Fundación para el nuevo proyecto de secuenciación del virus, que consiste en un equipo informático especial para ser conectado al nuevo secuenciador que adquirimos. Este tipo de equipos genera una cantidad inconmensurable de información que debe ser registrada y guardada para luego ser analizada, y para eso requeríamos una computadora de última generación que fue aportada por la Fundación Bunge y Born y estamos muy agradecidos.
Comments