Diego de Mendoza: “No se le deben pedir a la ciencia resultados rápidos, sino desentrañar misterios"
Por Alejandro Czerwacki
CLARÍN, 9 de octubre de 2021.- La pandemia interrumpió su último proyecto, sobre el que venía investigando hace algunos años, vinculado a una patología que aparece en uno de cada cien mil chicos: la Enfermedad de Niemann Pick C o Alzheimer de los niños, que les deja enormes dificultades para vivir o reduce su expectativa de vida.
Pero el doctor Diego de Mendoza no se da por vencido y, como siempre, elige el perfil bajo, modos sencillos, como los que tuvo toda su vida en Jujuy, donde se crió; en Tucumán, desarrollando sus estudios universitarios; y sus casi cuatro décadas en Rosario, donde se radicó, habiendo recibido infinidad de ofertas para seguir trabajando en el exterior. Pero a pesar de las dificultades de la Argentina, sigue en su laboratorio buscando descifrar enigmas que le cambian la vida a la gente.
El 13 de octubre recibirá el Premio de la Fundación Bunge y Born 2021, que lo eligió como el mejor investigador en microbiología, por su producción de conocimiento científico de excelencia, de impacto internacional, en el estudio de las bacterias y la contribución al desarrollo de la ciencia en Argentina.
-¿Es muy sacrificada la vida de un científico?
En mi caso no lo sentí así porque me recibí en la Facultad para la investigación científica y aún sabiendo que no era bien pagada, era muy atractivo. El placer de desentramar un problema biológico siempre fue muy estimulante. Así también como enseñar a chicos jóvenes como se esclarecen problemáticas y transmitirles la pasión que tengo. Soy un apasionado. La carrera que hice fue exitosa, reconocida, pude formar gente. No fue para nada un sacrificio.
-¿Le enseña a los jóvenes y arma equipos aunque en ciencia se conocen nombres propios habitualmente?
El trabajo en equipo es lo más importante y es muy difícil hacerlo uno solo. Los proyectos científicos necesitan de la gente joven entusiasmada, que están en un momento de su vida para dedicarse cien por cien a pensar y motivarlos. Es fundamental que haya un equipo de gente para discutir los resultados, experimentos, charlas diarias. Científicos argentinos como Bernardo Houssay en Medicina y Luis Federico Leloir en Química recibieron el Premio Nobel y tuvieron equipos, formaron gente, institutos, nunca trabajaron solos y dejaron un legado muy importante. Houssay solía decir que la ciencia es la que nos ha dado conocimientos que aseguran la salud, la riqueza, el progreso y hasta la independencia de las naciones.
-¿Los avances científicos en relación al COVID pueden generar más interés?
Sí, porque a la gente común le interesa conocer la aplicación de la ciencia como pasó efectivamente con la vacuna y el test de diagnóstico para el covid. Realmente lo que se hizo fue excepcional porque en menos de un año se pudo identificar el virus y encontrar vacunas en base a eso. En definitiva, todo esto es un triunfo de la investigación porque sin estos avances de la ciencia no se podrían haber desarrollado esas vacunas. Ojalá sirva para estimular a la gente a que aprecie más la ciencia.
-¿Habría que modificar la manera en cómo se enseña la ciencia en las escuelas?
Me da la impresión que en la escuela no se transmite la importancia de la ciencia. Creo que no tienen mucha percepción de lo que hacemos… Nosotros investigamos para mejorar la calidad de vida de las personas. Pero no estamos orientados a resultados rápidos sino a desentrañar un misterio, guiado por la curiosidad sin pensar en el éxito inmediato. Hay que enseñar a pensar, de eso estoy convencido. Y esto es lo que luego nos da el éxito en el mundo.
-¿Estamos en una época más fácil o difícil para formar nuevos científicos?
Siempre fue difícil la formación de nuevos científicos debido a la oscilación de la financiación de la ciencia. Pero actualmente es auspicioso que contemos con un ministerio de Ciencia y Tecnología y que se haya aprobado por unanimidad en ambas cámaras del Congreso la Ley de Financiamiento que prevé cuadruplicar la inversión pública en ciencia y técnica para la próxima década. Pero como los sueldos no son espectaculares muchos prefieren irse o seguir otra actividad.
-En ese sentido, ¿porqué es necesario el apoyo del Estado a la investigación?
Es fundamental ese apoyo. La historia de la humanidad ha demostrado que los descubrimientos con más poder transformador suelen provenir de ideas no convencionales que en muchos casos generan nuevos paradigmas y es imposible predecirlos. La investigación fundamental o investigación guiada por la curiosidad necesita de la inversión pública. Ha sido repetidamente probado que la investigación original, a largo plazo, genera retornos con beneficios para la sociedad y también mayores ingresos fiscales provenientes de la actividad económica. Por otro lado, la inversión privada es indispensable para la aplicación y la comercialización de los descubrimientos realizados por los científicos. Es importante seguir haciendo investigación para que seamos un país independiente. Los países desarrollados son quienes más invierten en institutos y universidades.
-¿Teme una nueva fuga de cerebros?
Es un tema que me preocupa, claro. Un becario gana muy poco cuando ingresa, tiene que tener una formación excelente, haber ganado un concurso muy selectivo y contar con un promedio muy bueno. Luego de eso tiene que competir a nivel internacional y producir ciencia de mucha calidad. Si después de todo eso empiezan a pensar en irse a investigar en el extranjero tenemos un problema. También quisiéramos que regresen algunos científicos que están afuera, pero no les podemos ofrecer las condiciones adecuadas para hacer investigación competitiva. También tenemos jóvenes que luego de realizar su tesis doctoral prefieren no irse del país y se integran en las empresas, en la actividad productiva y eso me pone muy contento. Entiendo que mucha gente se quiera ir del país, lo cual es una sangría lenta e irrecuperable para la ciencia argentina.
Señas particulares
Bioquímico y Doctor en Bioquímica por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), el doctor Diego de Mendoza realizó también un posdoctorado en la University of Illinois (Estados Unidos), donde inició sus estudios en microbiología molecular. Es Investigador Superior del CONICET y Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Junto a otros investigadores, creó el Programa Multidisciplinario de Biología Experimental de CONICET (PROMUBIE), en la UNR (Universidad Nacional de Rosario), luego llamado Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) del cual fue Director. Recibió distinciones nacionales e internacionales, y es Premio Fundación Bunge y Born 2021 a la investigación científica.
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